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Por 1878 llegan al Soconusco ingleses, franceses y norteamericanos.(Parte I)

Por:Abelardo de la Torre González

Cultura 

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      Entre los franceses que vienen a la región estaba Charles E. Mordaunt que, con 671 has., en 1878 funda la finca Eureka en Unión Juárez y con él, llega su sobrino, hijo de su hermana, Charles A. Lesher Mordaunt, quien primero es mayordomo de San Juan Chicharras del inglés John McGee y después funda en 1895 la finca San Carlos en Tapachula. Pasados 15 años, logra la propiedad de fincas como Los Tocayos en 1908 en Villa Comaltitlán con 3,256 hectáreas y en 1909, Rosario Delicias, Zacapulco y Flor del Carmen en Escuitla.En sociedad con el señor Molano tuvo en Motozintla El Triunfo y El Vergel con cerca de 700 has., y con el señor Fisher otras 1,400 has. en Escuintla con Bola de Oro y San José que compra por 1910.

 

     Charles A. Lesher, junto con su esposa Nellie, eran una pareja alegre y joven. Charlie era persona de baja estatura, bien parecido, con bigotito, apuesto y pequeño caballero que usaba sombrero de charro y pulcros pantalones caqui para montar. Muy apegado a enseñar su silla de montar con adornos de plata. Era hombre de altos vuelos que los mejicanos le llamaban “El gallito”, Nellie había llegado al Soconusco poco después de 1889 y se había casado con él en una ceremonia sencilla en un barco de San Francisco. Los Lesher eran buenos músicos y bailadores. El tocaba el violín y ella, cantaba y tocaba el piano. 

 

 

 

      Por cuenta propia y como finquero, siendo ministro de Hacienda en 1870, Matías Romero había impulsado la cafeticultura del Soconusco, por lo que diez años después, en 1881, el gobierno porfirista pone en manos de compañías extranjeras los trabajos de deslinde y colonización de los terrenos nacionales, y así, en Chiapas se lleva a cabo la más impportante reconversión de tierras, al deslindarse más de 3 millones de hectáreas declaradas como baldíos, es decir, más del 40% de su territorio.

 

      También de los primeros en llegar a la región, por 1881 viene el inglés Antonio Bado, quien por denuncias de tierras nacionales adquiere los terrenos de lo que sería la finca La Magdalena, luego en 1882 tiene San Benito, en 1883 San Buenaventura, en 1884 La Frontera, y en 1889 La Encantada. También por esos años de 1889, Alejandro Córdova adquiere las fincas San Cruz, Santa Rita y Buenavista. 

 

    Basados en la Ley de Deslindes y Colonizaciones de 1883 del presidente Manuel González e imitando el modelo norteamericano, el gobierno pretende llevar a la colonización mexicana a propietarios de tierras, con extensiones máximas de 2,500 hectáreas por persona, que en la práctica no fue respetado, porque, en partes de la República, se hicieron válidas denuncias que rebasaron lo establecido; por ello, en 1894 se modifica la ley suprimiendo esta limitación, dando entrada a grupos de personas más poderosas, al reducir a los supuestos “pequeños propietarios”.

 

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      Para el deslinde en Chiapas, el gobierno firma en 1881 el primer contrato con “Eduardo Clay Wise y Socios”, quien en 1883 traslada sus derechos a la “Compañía Mexicana Limitada del estado de Nueva York”. Esta continúa el trabajo y tres años después, en 1886 se otorga otra concesión para el Soconusco a la “Compañía Internacional Mexicana de Hartford Connecticut”, quien cede derechos a “Luis Huller y Compañía”, manteniéndose hasta 1889; pero después de 1891, opera la inglesa derechos de Luís Huller y acepta colonizar y construir un ferrocarril entre Tapachula y San Benito.

 

     El gobierno quita la concesión a “Mexican Land” y en 1884 se la otorga a “Chiapas Land & Colonization Company” a cargo del inglés Oliver Herbert Harrison, quien se dedica a comprar fincas como Laguna Carmen, Perú, Guanajuato, Hidalgo y La Esmeralda.

 

    Aunque las empresas se comprometían a crear colonias de pobladores, su negocio era vender terrenos. En los nueve primeros años de 1886 a 1895, saliendo del muelle de San Francisco en California, llegaron por barco a San Benito muchos colonizadores norteamericanos que, siendo comprendedores, tenían poco capital que compensaban con fuerza de voluntad, tesón y espíritu pionero; aunque también vinieron europeos, como el escocés Archie Vallance que era una persona de 1.85m de altura y de muy buen humor que fue dueño de la finca Quien Sabe. Dicen que le puso ese nombre tan sólo para conocer la expresión que harían las personas y porque al registrarla le preguntaron: cómo se llamaba la finca y contestó: Quien Sabe.

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