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Por: Abelardo de la Torre González

EL ESPLENDOR CAFETALERO DE LOS AÑOS 1927-1928.

Cultura 

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     Una de las alternativas para lograr el esplendor cafetalero fue contratar la mano de obra en los Altos de Chiapas. Los cafetaleros instalaron oficinas de “ensanchadores” de indígenas en San Juan Chamula y en San Cristóbal de Las Casas, así como para los tojolabales de Comitán, en donde se contrataban como jornaleros, dándoles adelantos de salarios para comprometerlos en el trabajo; pero, si pretendían huir o ya no querían ir a las fincas, los finqueros, de conformidad con el gobierno, los perseguían con su propia policía hasta alcanzarlos. De modo que, con la anuencia oficial, las oficinas fueron eficientes para los cafetaleros y enganchadores.

 

       

 

 

Los indígenas, después de caminar decenas de kilómetros llegaban en “remesas” a la Sierra Madre de Chiapas y viendo al Soconusco se distribuían en fincas, para vivir los tiempos de cosecha en galeras. Ahí se encontraban con la autoridad real y única del “patrón”. En las tiendas de raya se les surtían de alimentos y se les concedían préstamos interminables, creando eternos compromisos de trabajo. Aunque predominaba el truque de mercancías, también circulaba la moneda guatemalteca que, en ocasiones, era sustituida por la que emitía la finca. Los indios mames de la Sierra de Chiapas, poco a poco se fueron diluyendo con los jornaleros chamullas enganchados en Los Altos.

 

Los buenos precios del café dieron prosperidad económica a la región, pero la concentración de la riqueza en pocas manos, trajeron los primeros movimientos sociales entre campesinos que, en su inicio, formaron sindicatos, y después, se transformaron en la lucha ejidal por la tenencia de la tierra. El 15 de enero de 1920 se funda el Partido Socialista de Chiapas.

 

 

Pasados quince años de la Revolución Mexicana, para 1927 y 1928, estando como presidente Plutarco Elías Calles y a pesar de la inestabilidad política con seis gobernadores en esos dos años, como: Luis Vidal, Manuel Álvarez, Federico Martínez Rojas, Amador Coutiño, Rosendo Delarbre y Raymundo Enríquez, la cafeticultura chiapaneca se encontraba en esplendor.

 

En el Soconusco había unas treinta y dos fincas en propiedad de alemanes, veinticinco en manos de mexicanos, trece españolas, diez norteamericanas, ocho francesas, cuatro ingleses y dos suizas. Los alemanes tenían un tercer parte de ellas y producían la mitad del café, y los mexicanos, casi con otra tercera parte de tierras, producían el 21% de las cosechas. La producción era de unas 16,388 toneladas.

 

 

Desde esos años, los alemanes trataban de conversar su cultura y rasgos germanos, al no fomentar matrimonios con mexicanos. Viajaban a Alemania para con personas de su propio origen y regresaban. Para el matrimonio de sus hijas, preferían a los administradores alemanes. Antes de hacerse cargo de sus fincas, sus hijos estudiaban en Alemania. Como ocurrió con algunos, aquel hijo de alemán que se atrevía a casarse con mexicana corría el riesgo de ser desheredado. De este modo, en el Soconusco, los alemanes poco aportaron a su cultura, al evitar mezclas con la sociedad muchos han permanecido aislados en su pasado.

 

Para 1927, el Soconusco estaba integrado al mercado mundial del café y giraba alrededor de las grandes ciudades de Bremen, Hamburgo, Nueva York y San Francisco.

 

Tapachula se había convertido en importante centro comercial y, concentrador de mano de obra guatemalteca y de los Altos de Chiapas. La línea fronteriza entre México y Guatemala era imaginaria, conservando el Soconusco muchos rasgos comunes con Guatemala al no olvidar su origen guatemalteco. El ir y venir de las personas entre los dos países permitía compartir la vida social, religiosa y cultural.

 

 

En tiempos de el Porfiriato y por 1910, habían llegado a Tapachula comerciando con pan, luego pieles de animales de la región y después café, los hermanos Fernando y Enrique Braun que eran de Sonora, hijos de norteamericanos de origen alemán.

 

Aunque Fernando J. Braun fue jefe político de Tapachula del 26 de noviembre de 1913 a junio de 1914, su influencia duró casi treinta años, aun cuando el 18 de enero de 1915 se suprimieron las jefaturas en Chiapas. De su hermano Enrique, se dice que al casarse con Ángela Ortega, hija del guanajuatense Rafael Ortega y Sara Salas de Ortega, y ser dueños de 1885 a 1900 de las fincas Las Chicharras, Los Cerritos, Guadalupe, La Infamia y Santo Domingo, pudo contar con recursos económicos para hacer muchos negocios.

 

A pesar de la caída de Porfirio Díaz, varios porfiristas conservaron el poder por mucho tiempo. En los años de 1927 - 1928, siendo presidente Elías Calles y a lo mejor, por ser igual sonorense que los hermanos Braun, éstos tuvieron facilidad de acercarse al grupo de amigos en el poder, lo cual, junto con su riqueza, se mezclaron con los callistas de Chiapas y continuaron aprovechando por más años la combinación que permitía el uso del capital financiero y el poder político, para acumular fincas cafetaleras.

 

 

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